El 2020 es un año bisiesto, esto quiere decir que cuenta con un día extra, es decir 366, a diferencia de los años habituales que sólo tienen 365.
Este fenómeno se presenta en nuestros calendarios cada 4 años, pero su origen y motivo son una historia que se remonta a la antigua Roma.
En el año 49 a. C. el dirigente Julio César a su llegada a Egipto encontró un calendario excelente que eliminaba el desfase de tiempo que hasta entonces cargaba el calendario romano.
Así que encargó al astrónomo, matemático y filósofo Sosígenes de Alejandría que diseñara un nuevo calendario romano.
Sosígenes entregó su calendario entre el 48 y 46 a. C., basado en el calendario egipcio, aunque conservando los nombres de los meses romanos.
Este calendario tenía una duración de 365 días y un día adicional cada cuatro años, para compensar el desfase natural de la Tierra al girar en torno al Sol.
Para compensar los desfases acumulados por el calendario romano, el año 46 a. C. se convirtió en el año más largo de la historia, con 445 días de duración para iniciar nuevamente de cero.
A este inusual año se le llamó “año juliano” o el “año de la confusión”.
Lo que la Tierra tarda en dar una vuelta al Sol es un poco más de 365 días; son aproximadamente 365 días con 5 horas, 48 minutos y 45 segundos.
Por lo tanto, en nuestro calendario de 365 días existe un desfase de aproximadamente 6 horas de error que se acumulan año tras año.
Es por esto que cada 4 años se agrega un día más y de esa manera se compensan las 24 horas de desfase.
Sin embargo, este sistema contaba también con errores, por lo que en 1582 fue reemplazado por el calendario gregoriano y es el que rige hasta hoy.
Como el calendario juliano exigía un día adicional cada cuatro años, los romanos decidieron que este sería en febrero, que en aquel entonces era el último mes del año.
El nombre bisiesto proviene del latín ante diem bis sextum Kalendas Martias, (sexto día antes de las calendas de marzo), es decir, el 24 de febrero.
Aunque por la longitud la frase se redujo a bis sextus, o bisiesto en nuestra lengua.
Años más tarde, entre las modificaciones de la bula papal para “perfeccionar” el calendario del papa Gregorio XIII, se estableció que el día adicional de los años bisiestos sería el 29 de febrero y no el 24.